¿Por qué las videollamadas son tan agotadoras?

Actualidad febrero 23, 2021

Las videoconferencias no son ideales, pero podemos hacerlas más fáciles si comprendemos que existen múltiples formas de interactuar.

Ahora que hemos estado trabajando en casa durante casi un año, todos nos hemos familiarizado bastante con la mecánica de las videollamadas, tanto para el trabajo como para la vida social. Y todo el mundo también ha percibido el agotamiento que producen estas llamadas. En parte, nos estamos quemando porque, consciente o inconscientemente, estamos navegando por diferentes culturas de comunicación utilizando las herramientas de las reuniones en persona. 

En las videoconferencias que se han convertido en el método predeterminado de comunicación laboral durante la cuarentena, es más importante considerar los estilos culturales. Sin las señales no verbales que provienen de estar en la misma habitación que una persona, los choques culturales pueden agravar la fatiga de las aplicaciones de videollamadas que todos sentimos. 

En este artículo, veremos algunos choques de estilos culturales, que son los que hacen que las videollamadas sean más difíciles y cómo podemos ayudar a que fluyan. 

Esperar contra interrumpir

En cualquier conversación entre dos personas, una de las normas más importantes, posiblemente la central, son los comportamientos aceptados para intercambiar el control de una conversación.

Las conversaciones en las que cada uno de nosotros dice lo que tiene en mente, luego se detiene para indicar que la otra persona o personas pueden hablar, están basadas en la cultura de la espera. En ellas, es fundamental las pausas en la conversación e interrumpir a alguien antes de que termine de hablar se puede considerar increíblemente grosero.

En contrapartida la cultura de la interrupción, se basa en todo lo contrario. Las personas hablarán hasta que alguien más las interrumpa para responder. Las pausas son incómodas y deben evitarse.

Como podemos imaginar, estos dos estilos de conversación pueden provocar choques frustrantes, especialmente en las videollamadas. Cada lado hace cosas que considera comportamientos normales, pero el otro lado no lo aprecia de esta forma.

En las videollamadas, como en las conversaciones en persona, la cultura de interrupción puede ser la dominante, pero las videollamadas lo empeoran, puesto que en la mayoría de los casos solo permiten que una persona hable claramente a la vez; cuando otra persona interrumpe, a veces el audio se corta o se pierde el hilo de la conversación. Tratar de comunicarse a través de estas llamadas con una simple interrupción puede generar conversaciones unilaterales o ruidosas. 

En estas circunstancias, todos necesitamos aprender un poco de cultura de espera. Intente resumir lo que se quiere decir en unas pocas frases y confiar en que se entenderá o se harán preguntas. Hay que permitir más silencios y espacio para conversar, ya que no tenemos nuestras señales físicas para ayudarnos. Esto puede resultar más difícil para las personas a las que les gusta expresar ideas. En ese caso, establezca expectativas sobre la reunión. Por ejemplo, aclare desde el principio que es una «brainstroming».

Cortesía positiva y negativa

Puede que te hayan educado para ser educado, pero ¿Le enseñaron a ser amigable y hablador con los demás o a evitar imponerse a los demás y estorbar en su camino? Esta es la diferencia entre la cortesía positiva y la negativa. 

Lo mejor para entenderlo es poner un ejemplo: una videoconferencia en la que están implicados varios departamentos de una empresa. El responsable de área que convoca la reunión comienza la videollamada preguntando sobre el fin de semana de los participantes. Algunos intervienen y comentan y otros interrumpen indicando que es mejor comenzar con el motivo de la videoconferencia para no perder el tiempo.

El responsable de área está tratando de ser positivamente educado, tratando a sus compañeros de trabajo de manera amigable y casual, y dándoles la bienvenida a esta interacción. En cambio, para los que no quieren perder el tiempo, toda la reunión es un poco descortés negativamente, ya que se interpone en el camino de su libertad de acción.

¿Cómo podemos encontrar un término medio aquí?

En primer lugar, debemos permitir una pequeña charla durante estas reuniones. El trabajo remoto puede resultar solitario, ya sea en cuarentena o no. Un poco de cortesía activa y comprometida puede facilitar las conversaciones reales, productivas y, a veces, polémicas. 

Pero, por otro lado, hay que tener en cuenta los tiempos y mantener una agenda, y respetarla.

Preguntar vs. adivinar

Imagina que estás visitando una ciudad en la que tienes unos amigos de un momento anterior de tu vida. Podrías hospedarte en un hotel y organizar una cena con ellos. Aunque, por otro lado, sabes que se acaban de comprar una casa grande y que podrías alojarte allí y así sería más fácil encontrarte con ellos. ¿Les llamas para quedarte en su casa?

Si dijiste que no es porque has adivinado que tal vez no sería un buen momento y no estás seguro de que la respuesta será sí. 

En la cultura de preguntas, tienes claro que no pasa nada por preguntar. Lo peor que te pueden decir es no. Consideras que, si te dicen que no, no será mala educación, porque la otra persona tiene total poder de decir sí o no. 

En situaciones laborales, tenemos que solicitar ayuda y asignar tareas a nuestros compañeros de trabajo todo el tiempo. Pero en situaciones remotas y virtuales, es más difícil construir el vínculo cercano que permitiría adivinar si la otra persona dirá sí o no.  

Para poder solventar esta situación debemos ser más atrevidos a la hora de pedir ayuda o repartir el trabajo a los más adecuados, y debemos aprender a encajar con mejor humor un no.

La conclusión al final es que las videoconferencias no son ideales, pero podemos facilitarlas un poco si comprendemos que existen múltiples formas de interactuar.

fuente: stackoverflow.blog 

 

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